La
autoestima empieza a formarse en la infancia, a través de las experiencias
vividas, y puede variar conforme pasan los años, para bien o para mal, en
función de los éxitos y fracasos, de cómo nos tratan los demás y de nuestros
propios esquemas de pensamiento.
Si
en tu infancia tus padres y otras personas significativas te escuchan, te
tratan bien, te hacen sentir valioso por ti mismo (no por tus logros), te dan
cariño y apoyo cuando lo necesitas, reconocen tus triunfos y aceptan tus
fracasos sin darles demasiada importancia, entonces vas a crecer teniendo una
autoestima adecuada.
Por
el contrario, ser criticado, ignorado, ridiculizado, despreciado o maltratado
puede mermar enormemente tu autoestima. Así mismo, si los demás han esperado
que seas perfecto, te han hecho sentir que fracasar es algo que te convierte en
un fracaso como persona y no te han querido o aceptado tal como eres sino tan
solo cuando has logrado algo o te has comportado como ellos desean, es muy
probable que hayas desarrollado una autoestima más baja.
Todas
esas experiencias van creando un modo de pensar acerca de ti que puede ser muy
negativo si dichas experiencias han sido malas. Así, el esquema de pensamiento
que una persona crea sobre sí misma puede estar diciéndole continuamente: “No eres
lo bastante bueno, no mereces que te salgan bien las cosas, mereces lo peor, no
sabes hacer nada bien, no gustas a nadie, nadie te querría si te conociera de
verdad, eres un fraude…”
Por
el contrario, si tus experiencias han sido positivas, tu modo de pensar acerca
de ti será muy diferente; en vez de criticarte, despreciarte o infravalorarse,
pensarás que no pasa nada por cometer errores o hacer algo mal, que eres digno
de amor y de respeto, que tienes cosas buenas que ofrecer a los demás, aunque
no seas perfecto, que aunque hay muchas cosas que no sabes hacer, las
importantes son las que sí sabes hacer, que no hay que hacer las cosas
perfectas sino tan solo intentar hacerlo lo mejor que puedas… El efecto que
este modo de pensar tiene en ti es, evidentemente, muy diferente al del párrafo
anterior. La
autoestima empieza a formarse en la infancia, a través de las experiencias
vividas, y puede variar conforme pasan los años, para bien o para mal, en
función de los éxitos y fracasos, de cómo nos tratan los demás y de nuestros
propios esquemas de pensamiento.
Si
en tu infancia tus padres y otras personas significativas te escuchan, te
tratan bien, te hacen sentir valioso por ti mismo (no por tus logros), te dan
cariño y apoyo cuando lo necesitas, reconocen tus triunfos y aceptan tus
fracasos sin darles demasiada importancia, entonces vas a crecer teniendo una
autoestima adecuada.
Por
el contrario, ser criticado, ignorado, ridiculizado, despreciado o maltratado
puede mermar enormemente tu autoestima. Así mismo, si los demás han esperado
que seas perfecto, te han hecho sentir que fracasar es algo que te convierte en
un fracaso como persona y no te han querido o aceptado tal como eres sino tan
solo cuando has logrado algo o te has comportado como ellos desean, es muy
probable que hayas desarrollado una autoestima más baja.
Todas
esas experiencias van creando un modo de pensar acerca de ti que puede ser muy
negativo si dichas experiencias han sido malas. Así, el esquema de pensamiento
que una persona crea sobre sí misma puede estar diciéndole continuamente: “No eres
lo bastante bueno, no mereces que te salgan bien las cosas, mereces lo peor, no
sabes hacer nada bien, no gustas a nadie, nadie te querría si te conociera de
verdad, eres un fraude…”
Por
el contrario, si tus experiencias han sido positivas, tu modo de pensar acerca
de ti será muy diferente; en vez de criticarte, despreciarte o infravalorarse,
pensarás que no pasa nada por cometer errores o hacer algo mal, que eres digno
de amor y de respeto, que tienes cosas buenas que ofrecer a los demás, aunque
no seas perfecto, que aunque hay muchas cosas que no sabes hacer, las
importantes son las que sí sabes hacer, que no hay que hacer las cosas
perfectas sino tan solo intentar hacerlo lo mejor que puedas… El efecto que
este modo de pensar tiene en ti es, evidentemente, muy diferente al del párrafo
anterior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario