domingo, 29 de mayo de 2016

La autoestima empieza a formarse en la infancia, a través de las experiencias vividas, y puede variar conforme pasan los años, para bien o para mal, en función de los éxitos y fracasos, de cómo nos tratan los demás y de nuestros propios esquemas de pensamiento.
Si en tu infancia tus padres y otras personas significativas te escuchan, te tratan bien, te hacen sentir valioso por ti mismo (no por tus logros), te dan cariño y apoyo cuando lo necesitas, reconocen tus triunfos y aceptan tus fracasos sin darles demasiada importancia, entonces vas a crecer teniendo una autoestima adecuada.
Por el contrario, ser criticado, ignorado, ridiculizado, despreciado o maltratado puede mermar enormemente tu autoestima. Así mismo, si los demás han esperado que seas perfecto, te han hecho sentir que fracasar es algo que te convierte en un fracaso como persona y no te han querido o aceptado tal como eres sino tan solo cuando has logrado algo o te has comportado como ellos desean, es muy probable que hayas desarrollado una autoestima más baja.
Todas esas experiencias van creando un modo de pensar acerca de ti que puede ser muy negativo si dichas experiencias han sido malas. Así, el esquema de pensamiento que una persona crea sobre sí misma puede estar diciéndole continuamente: “No eres lo bastante bueno, no mereces que te salgan bien las cosas, mereces lo peor, no sabes hacer nada bien, no gustas a nadie, nadie te querría si te conociera de verdad, eres un fraude…”

Por el contrario, si tus experiencias han sido positivas, tu modo de pensar acerca de ti será muy diferente; en vez de criticarte, despreciarte o infravalorarse, pensarás que no pasa nada por cometer errores o hacer algo mal, que eres digno de amor y de respeto, que tienes cosas buenas que ofrecer a los demás, aunque no seas perfecto, que aunque hay muchas cosas que no sabes hacer, las importantes son las que sí sabes hacer, que no hay que hacer las cosas perfectas sino tan solo intentar hacerlo lo mejor que puedas… El efecto que este modo de pensar tiene en ti es, evidentemente, muy diferente al del párrafo anterior.La autoestima empieza a formarse en la infancia, a través de las experiencias vividas, y puede variar conforme pasan los años, para bien o para mal, en función de los éxitos y fracasos, de cómo nos tratan los demás y de nuestros propios esquemas de pensamiento.
Si en tu infancia tus padres y otras personas significativas te escuchan, te tratan bien, te hacen sentir valioso por ti mismo (no por tus logros), te dan cariño y apoyo cuando lo necesitas, reconocen tus triunfos y aceptan tus fracasos sin darles demasiada importancia, entonces vas a crecer teniendo una autoestima adecuada.
Por el contrario, ser criticado, ignorado, ridiculizado, despreciado o maltratado puede mermar enormemente tu autoestima. Así mismo, si los demás han esperado que seas perfecto, te han hecho sentir que fracasar es algo que te convierte en un fracaso como persona y no te han querido o aceptado tal como eres sino tan solo cuando has logrado algo o te has comportado como ellos desean, es muy probable que hayas desarrollado una autoestima más baja.
Todas esas experiencias van creando un modo de pensar acerca de ti que puede ser muy negativo si dichas experiencias han sido malas. Así, el esquema de pensamiento que una persona crea sobre sí misma puede estar diciéndole continuamente: “No eres lo bastante bueno, no mereces que te salgan bien las cosas, mereces lo peor, no sabes hacer nada bien, no gustas a nadie, nadie te querría si te conociera de verdad, eres un fraude…”
Por el contrario, si tus experiencias han sido positivas, tu modo de pensar acerca de ti será muy diferente; en vez de criticarte, despreciarte o infravalorarse, pensarás que no pasa nada por cometer errores o hacer algo mal, que eres digno de amor y de respeto, que tienes cosas buenas que ofrecer a los demás, aunque no seas perfecto, que aunque hay muchas cosas que no sabes hacer, las importantes son las que sí sabes hacer, que no hay que hacer las cosas perfectas sino tan solo intentar hacerlo lo mejor que puedas… El efecto que este modo de pensar tiene en ti es, evidentemente, muy diferente al del párrafo anterior.

No hay comentarios:

Publicar un comentario